El Reino Unido impone cuarentena obligatoria a todos los viajeros desde el 8 de junio

Vigilancia policial, inspecciones por sorpresa y una multa única de más de 1.000 €

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Paloma García Ovejero

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Cada persona que llegue al país, sea de nacionalidad británica o no, está obligada a permanecer 14 días en total aislamiento sin salir ni siquiera a hacer la compra, salvo casos excepcionales. A partir de la primera semana de junio, hay que rellenar un formulario online antes de viajar, en el que se indicará detalladamente el trayecto, las fechas y el alojamiento del pasajero. Y esto afecta a todos los medios de transporte: avión, barco, ferri o Eurotúnel.

La policía del Reino Unido se ocupará de controlar que los datos sean ciertos y los movimientos limitados. Habrá visitas sorpresas a la residencia en cuestión, y una multa única de 1.000 libras esterlinas (algo más de 1.100 euros) cada vez que se rompa el confinamiento. Las sanciones económicas serán “ilimitadas” si no se paga dicha cantidad después del aviso. Es más, se podrán abrir procedimientos penales y, en el caso de los extranjeros, cabría expulsarles si se niegan a acatar las restricciones aunque siempre como último recurso.

Solamente hay un país que está exento: Irlanda. Los viajeros procedentes de esta isla -o las otras más pequeñas del Canal- no tendrán que pasar control alguno al entrar en Gran Bretaña. Y tampoco los médicos o sanitarios que lleguen para luchar contra la pandemia, -procedan de donde procedan- ni los camioneros ni los temporeros contratados. La medida se revisará cada tres semanas.

La ministra del Interior, Priti Patel, ha justificado la medida con un argumento de peso: prevenir una segunda ola devastadora. Lo que no han explicado aún desde el gobierno británico es por qué no cerraron las fronteras cuando el virus se extendía por toda Europa y ahora se apuntan a la escuela de la severidad. O por qué han esperado más de cuatro meses para poner coto a la transmisión vírica internacional cuando el primer caso de COVID-19 en el Reino Unido se diagnosticó el 31 de enero.

Y seguimos sin saber tampoco la letra pequeña del cambio de criterio con respecto a Francia. El pasado 10 de mayo, Boris Johnson y Emmanuel Macron acordaron que no habría “encierro” para los que se movieran entre ambos países. Desde el 10 de Downing Street llegaron a emitir un comunicado oficial. Ahora dicha excepción ha desaparecido. Francia y España, los destinos favoritos de los ciudadanos británicos para sus vacaciones, están en la lista como los demás.

Es posible que más adelante se abran “puentes aéreos”, ha admitido Pattel, con países donde la ratio de contagios sea suficientemente baja. Dentro del propio partido conservador hay quien exige favorecer a Grecia como destino turístico. Pero eso, si toca, no será en esta fase.

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