La tumba invisible de Chaves Nogales por fin tiene flores
75 años después de su muerte en el exilio, España le homenajea en Londres
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No sale en Google ni en los mapas locales. Una vez dentro del cementerio, en el barrio londinense de Richmond, nadie sabrá indicar al visitante cómo llegar. Solamente hay una forma de encontrarle, 75 años después de su muerte: buscar un tocón de cerezo cubierto de hojas o musgo, según la época, cien pasos a la derecha de la capilla común. Bueno, en las horas centrales de este mes de noviembre hay además una sobria corona en rojo y verde. La pensó el director del Instituto Cervantes de Londres, Ignacio Peyró, y la depositaron al alimón este miércoles el embajador de España ante el Reino Unido, Carlos Bastarreche, y uno de los diez nietos del escritor, Antony Jones.
Este fue el momento de las flores y los aplausos:
Manuel Chaves Nogales murió en el exilio a los 47 años y su rastro se perdió durante décadas. Cuando su familia dio con él, decidió dejarlo así, sin nombre ni piedra. “Donde habite el olvido”, como el poemario de Luis Cernuda. Pilar Chaves, la hija mayor y única superviviente de los cuatro que tuvo el autor de A sangre y fuego, tuvo que obedecer a sus 99 años y quedarse fastidiada en Marbella, pero mandó recado con su hijo: dile a la prensa que me haga llegar una copia de todo.
Sus descendientes tienen claro que la tumba seguirá desnuda: “Chaves Nogales tiene muchas lápidas, miles de lápidas [libros] pero en vez de estar aquí, se leen, corren por el mundo”. Y recordó cómo vivía su oficio: “Él nunca quiso ser protagonista. En todas las fotos sale a un lado, siempre observando. A él le hubiera gustado estar aquí, pero para ver y contar”. Tatiana Beca Osborne, la bisnieta de Juan Belmonte, vino desde Sevilla para estar presente también cuando se hablase del hombre que inmortalizó al torero con su biografía.
Las referencias a la política actual eran inevitables. “Cincuenta años después hemos recuperado la obra de Chaves Nogales para recordar que hay que olvidar; para recordar que sin olvido no es posible avanzar, no es posible vivir en paz”, advirtió a los presentes el intelectual Andrés Trapiello. “Estamos aquí un puñado de españoles para rendir homenaje en su tumba, lejos de su país, que le ignoró durante décadas. Ningún escritor español ha sido más víctima de las dos Españas que Manuel Chaves Nogales; casi lograron silenciar para siempre sus escritos, aquellos que denunciaban el horror de los totalitarismos, comunismo y fascismo”, recordó.
“Ciudadano de mundo, que esta tierra lejana, en esta tumba sin nombre y sin fechas, te sea leve”. Trapiello aguantó hasta el final, pero se le terminó quebrando la voz.
También le brillaban los ojos bajo el sol frío a Ignacio Peyró, urdidor de esta ceremonia otoñal, que forma parte de todo un programa de homenaje al exilio español:
Una pista para futuros peregrinos: la tumba invisible del cerezo muerto es la 19 de la parcela CR. Cementerio de North Sheen, a quince o veinte minutos del metro y del cercanías.