La vuelta de los talibanes siembra el terror entre las mujeres afganas

Lapidaciones, borrado de la identidad y sumisión absoluta son algunas de torturas a las que tendrán que enfrentarse

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Miguel Rojas

Publicado el - Actualizado

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Los talibanes han conseguido finalmente su objetivo de conquistar todo Afganistán. Después de unas semanas de avances frenéticos en el territorio, en la que el ejército afgano se ha mostrado incapaz de ofrecer resistencia a los muyahidines, han completado sus objetivos este fin de semana, con la toma de poder de la capital del país, tras la huida del presidente del Gobierno del estado asiático.

Es por eso que, conociendo lo que supuso en el pasado el gobierno de los talibanes durante la década de los 90, que ahora pretenden imitar, no es difícil suponer que lo que se avecina de nuevo sobre el país, es un régimen de terror y crueldad que la población afgana volverá a padecer.

Especialmente, quienes verán recortados sus derechos, en la práctica a la nada, son las mujeres, que tras años de conquistas para que su papel en la sociedad sea lo más equiparable a la vida de una occidental, padecerán nuevamente un régimen que las condena al ostracismo, en el mejor de los casos, en una sociedad que ya de por sí es machista.

El régimen tiránico, que los islamistas pretenden implementar sobre las mujeres, es un yugo que las condena a un papel irrelevante y que las ata a una serie de obligaciones propias de una novela distópica, que ya vivieron a finales del siglo XX. La sarta de vejaciones que los talibanes pretenden recuperar cuando tengan todo el control del estado, comienzan con la prohibición de que puedan trabajar fuera de casa, y la obligación de vestir el burka afgano, bajo pena de ser vejadas o condenadas a padecer latigazos.

Además, incluye la prohibición de cualquier imagen en un espacio público de una mujer, como ya se ha podido comenzar a apreciar en las primeras imágenes que llegan desde Afganistán, o la prohibición de que puedan ser educadas en ningún tipo de escuela, universidad o cualquier otra institución educativa.

Siendo ya estas medidas propias de un régimen de lunáticos, lo cierto es que esas medidas son las más "laxas" si las comparamos con las que describimos a continuación: las mujeres no pueden hablar ni dar la mano a aquellos hombres que no sean de su familia, tienen la prohibición total de maquillarse, en caso, por ejemplo, de pintarse las uñas, la autoridad talibán podría cortarles los dedos. Las mujeres acusadas de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, serán lapidadas; no pueden reírse o hablar alto en la calle, ya que nadie que no sea el hombre que las acompañe, puede escucharlas; además de tener prohibido usar tacones en la vía pública, ya que al igual que su voz, el resto de hombres no puede escuchar el sonido de sus pasos.

Esta lista de normas descabellas, ha sido publicada por la Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán, a las que habría que sumar otros mandatos como: las mujeres no podrán asomarse a los balcones de su casa, si a una mujer deja ver sus tobillos, será azotada en público o, que para las actividades que realicen fuera del hogar, deberán estar siempre acompañadas de su 'mahram' o su familiar masculino más cercano.

Observando este cúmulo de normativas propias del medievo, que los talibanes imponen en cumplimiento estricto de la ley islámica, o sharia, se hace lógico que la situación de las mujeres que deban permanecer en el país afgano sea desesperada y busquen, más que nunca, que su voz sea escuchada en algún rincón del mundo que no se muestre tan pasible como lo han hecho los países de la coalición internacional, hasta el momento, desde que se anunciase la retirada total de Afganistán.

En lo que va de año, según las Naciones Unidas, los asesinatos de civiles se han incrementado ya en casi un 50%, siendo complicado poder asegurar que estos números no han continuado al alza, debido a la progresiva conquista de las distintas provincias por parte de los talibanes.

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