El amor que cambia el mundo

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con las sombras de la campaña electoral y del atentado que se proponía cometer un yihadista en Sevilla, celebramos hoy un Jueves Santo que, con lluvia o sin ella, con procesiones o sin ellas, nos trae la memoria viva de la Última Cena del Señor. Si hoy los políticos aspiran a cambiar el mundo la memoria cristiana nos invita a vivir lo que de verdad supone la mayor revolución de la historia con el paso de Dios Hijo por la Tierra para dejarnos su mensaje de amor, sintetizado en la institución de la Eucaristía. Mañana llegará la Cruz, el signo máximo del amor que Dios tiene por los hombres, pero el domingo llegará la gloria de la Resurrección que es la esperanza que da sentido a nuestra vida y que nos hace superar todos los dolores, soledades y sufrimientos.

La tarea de los cristianos es dar testimonio de la fe y desde ahí contribuir a que el mundo se acerque al designio del amor de Dios para todos. Ayer en su catequesis, el Papa Francisco explicaba que la gloria que nos espera se construye en la tierra con el amor, y alentaba a los fieles a pedir al Padre que nos quite el velo de los ojos para que estos días, mirando al crucificado, podamos aceptar que Dios es amor y que estamos llamados a hacer todas las cosas por amor. Por ello la Iglesia celebra hoy, con la solemnidad de la Eucaristía, el Día del Amor Fraterno. Las promesas políticas pasan, lo que nunca pasará será la Promesa de la Salvación que hoy celebramos en la misa de la Ultima Cena.