Madrid - Publicado el - Actualizado
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La semana pasada el Gobierno Macri sufrió un revés importante. El Congreso argentino debía discutir la reforma del cálculo de las pensiones de jubilación. La calle y la falta de apoyos parlamentarios le ganaron la partida. Se produjeron disturbios muy graves que llevaron hasta la puerta del Congreso a los manifestantes. Los enfrentamientos con la policía y la presión kichnerista, sumados al alto número de heridos, impidieron que la reforma se aprobara en primera votación. Esta semana Macri amplió sus apoyos, obtuvo el respaldo de algunos peronistas y sin ceder a la presión de la calle a la que se ha sumado el sindicato peronista CGT, ha obtenido un exiguo triunfo.
Dicen los expertos que se trata de un problema de cálculo que tiene que ver con los altos niveles de inflación y que permitirá que de manera progresiva se puedan ir actualizando las pensiones. Es verdad que los jubilados pierden, temporalmente, poder adquisitivo. Pero también es verdad que se ha aprobado un bono compensatorio. Argentina no lo tiene nada fácil y el kichnerismo no piensa facilitar las cosas a Macri. Han perdido las presidenciales y las legislativas, y lo más duro, los Tribunales de Justicia ya no amparan sus delitos.
El Gobierno de Macri cometerá errores, pero no es el tirano explotador con el que el kichnerismo pretende asustar a los argentinos. Desmontar un sistema corporativo y clientelar es muy complejo, pero a la vista de lo que sucede, sería esperanzador que se consiga avanzar en este terreno.