J.L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Cien años de la Revolución rusa, sin pena ni debate

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Más allá de las visitas a Moscú esta semana de pequeños grupos de nostálgicos, el centenario de la revolución soviética ha pasado casi inadvertido. En Rusia el mensaje explícito o subliminal que lanza el oficialismo es presentar los 70 años de régimen socialista como un accidente en la historia imperial restaurada en la figura del ‘zar’ Vladimir Putin. El mismo mandatario que calificó la disolución de la Unión Soviética de «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX» ha protagonizado discretos pero elocuentes gestos en memoria de las víctimas del comunismo. Se ha echado en falta, sin embargo, una reflexión sobre los convulsos meses que llevaron a la creación de un tipo de régimen que sometió con puño de hierro a más de una tercera parte de la población mundial. Una gran incógnita es la fascinación que ejercen en tantas personas aún hoy las ideologías, verdaderas religiones seculares y máquinas de exterminio humano. Y al detenerse en la Rusia de principios de 1917, llama poderosamente la atención que los comunistas fueran una minoría marginal. Pero esa minoría estaba organizada y tenía sus objetivos claros, como ocurriría con el nacionalsocialismo 15 años después en Alemania. Cuando la reforma no llega, cunde el descontento en la población y se allana el camino a los extremismos, lección que hoy sigue siendo válida.