J.L RESTÁN | Línea Editorial

Defender la clase de Religión es defender la libertad

Poder elegir con libertad. Este es uno de los grandes argumentos que da la nueva campaña de la Conferencia Episcopal animando a las familias a seguir eligiendo la clase de Religión. La buena salud de esta asignatura se demuestra en el hecho de que dos de cada tres alumnos se matriculan en ella cada año, pese a las trabas puestas desde no pocas administraciones de todos los colores políticos. Se trata de una cuestión de libertad, como dice la campaña, porque la clase de Religión permite ejercer el derecho reconocido constitucionalmente a los padres de elegir «la formación religiosa y moral» que quieren para sus hijos, ya sea la religión católica, la musulmana o ninguna. Pero la Constitución reconoce además que la educación debe contribuir al «pleno desarrollo de la personalidad humana». Es la misma terminología que emplea la Declaración Universal de los Derechos Humanos para resaltar que la escuela no se dedica solo a enseñar una serie de destrezas y conocimientos técnicos, sino que transmite unos valores, promueve la convivencia pacífica y fomenta las preguntas acerca de las grandes cuestiones de la vida. Una educación integral y respetuosa con las convicciones de los padres es imprescindible para educar a ciudadanos libres y evitar que la educación sea instrumentalizada para el adoctrinamiento. Esto es algo que comprenden la inmensa mayoría de las familias en España. La anomalía es que resulte necesario recordarlo continuamente, porque para más de un partido político la cosa no está ni mucho menos tan clara.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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