J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

El dilema venezolano

La movilización ciudadana en Venezuela está dando frutos. Ante el número de muertos y detenidos puede sonar hasta grosero oír algo así, pero es la verdad. El autogolpe de marzo legitima claramente la presión ciudadana. No se trata de divergencias más o menos profundas con el Ejecutivo, se trata de un incumplimiento constante del ordenamiento constitucional. El chavismo ha intervenido la Asamblea Nacional porque la ciudadanía votó mayoritariamente a fuerzas de oposición. Cuando la unidad política y social contra el chavismo ha demostrado una firme unidad de criterio, el régimen ha decidido desmontar el orden constitucional de 1999 y construir uno a su medida. Todo esto aderezado con altas dosis de represión militar y con el despliegue de fuerzas paramilitares. Las emboscadas, la tortura y las detenciones arbitrarias se suman al creciente número de víctimas mortales. En medio del caos la Fiscal General del Estado ha levantado la voz y están surgiendo líderes jóvenes desde las propias fuerzas chavistas que resisten la represión oficial. No tiene ningún sentido que la oposición colabore en una farsa constitucional bajo el supuesto manto del diálogo. En Venezuela hay una Constitución refrendada por una amplia mayoría. Lo que hay que hacer es cumplirla. Nunca jamás las reglas del juego se cambian durante el partido, a no ser para perpetuar la opresión y la arbitrariedad. La movilización social y el apoyo internacional son la única salida.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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