J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

El quebradero de cabeza turco

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Turquía celebra en una semana un referéndum de importancia vital, con efectos directos sobre Europa. Si el presidente Erdogan logra su objetivo el 16 de abril, algo que las encuestas no garantizan, podrá gobernar el país sin prácticamente contrapesos y culminar una refundación equiparable a la que llevo a cabo tras la I Guerra Mundial Kemal Atatürk. La incertidumbre en los sondeos explica en gran medida las tensiones con varios países europeos, especialmente Holanda y Alemania, países en los que el gobierno turco ha buscado descaradamente intervenir para conseguir los votos de la migración turca. En la propia Turquía está siendo una campaña llena de irregularidades, que entroncan con la brutal campaña de acoso y purga de opositores en todos los ámbitos de la vida social y política tras el fallido golpe de Estado del pasado verano.

Europa, hay que admitirlo, no supo reaccionar como debía ante un ataque semejante contra un país amigo y aliado, y esto ha servido para inflamar la retórica nacionalista de Ankara. Las relaciones se encuentran, en este momento, en un nivel de tensión inédito, a pesar de los múltiples intereses comunes en juego, desde el acuerdo en materia de refugiados de hace un año, a los fuertes vínculos económicos y humanos. La victoria de Erdogan podría ser la puntilla definitiva. La esperanza de que quede en él un atisbo del líder pragmático y conciliador que ganó las elecciones en 2003 es cada vez más remota.