Madrid - Publicado el - Actualizado
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La pasada semana el Gobierno de España presentó a tres prestigiosos juristas como candidatos a una plaza de juez en el Tribunal de Derechos Humanos de la Unión Europea, con sede en Estrasburgo. Después de un proceso de selección, la designada para esa palaza fue la catedrática de Filosofía del Derecho de la Universidad de Zaragoza, María Elósegui, que entre otros avales, forma parte desde 2013 de la Comisión contra el racismo y la intolerancia del Consejo de Europa. A partir de su nombramiento, se ha desatado una campaña contra esta prestigiosa jurista por parte de colectivos LGTBI y algunos políticos oportunistas con el argumento de que utiliza en varias de sus publicaciones argumentos homófobos y sostiene ideas contrarias a la igualdad de las mujeres y la libertad sexual.
Las pruebas aducidas en esta campaña contra la libertad de pensamiento, de expresión y de cátedra, están basadas en frases sacadas de contexto con lo que se manipulan las afirmaciones científicas de su autora. Está surgiendo una nueva inquisición, basada en la ideología de género, que no permite el disenso, que impone nuevos dogmas y que está muy alejada del respeto a las personas y a su condición sexual. De esta forma se coacciona y se fulmina a quienes discrepan, dentro de una estrategia que el Papa Francisco ha denominado como “colonización ideológica”. Más allá de los indiscutibles méritos de María Elósegui, lo que está en juego es nada menos que la libertad.