El Sínodo de la Amazonía

Hace más de cincuenta años, el Papa Juan XXIII escribió ya acerca de los riesgos del neocolonialismo. No debería extrañarnos ni escandalizarnos que el Documento preparatorio del Sínodo sobre la Amazonía haya vuelto sobre esta cuestión, al denunciar la mentalidad dominadora y extractiva que reflejan los intereses económicos e industriales que miran con avidez hacia una de las zonas de mayor riqueza natural del planeta.

Esta mentalidad, que reduce los bienes naturales a recursos que deben ser explotados sin piedad, afecta muy directamente a la vida humana, reducida también a un valor económico y de mercado, y a la vida de los pueblos que se ven desplazados y arrinconados, cuando no esclavizados.

Defender la región de la Amazonía es defender una parte privilegiada de la Creación. Luchar contra la contaminación, el uso indiscriminado de productos que dañan la tierra o contra el fomento de la minería ilegal supone, además de cuidar nuestro hábitat, generar un modelo socioeconómico inclusivo, evitar que las redes de trata esclavicen a poblaciones enteras y frenar los flujos migratorios descontrolados. Estamos ante un dilema: o cuidamos al ser humano y a la Creación o estamos abocados a acabar habitando una casa en ruinas.