El verdadero horizonte de lo humano
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Iglesia propone este día como la fiesta de la gran familia de los santos, conocidos y desconocidos, los que ya viven en el Cielo y los que continúan su peregrinación en la tierra. A lo largo de la historia muchos de estos santos han sido reconocidos por la Iglesia y propuestos como modelo para todos. Pero hoy la Iglesia tiene presente a la multitud innumerable de los santos anónimos que han pasado por la vida atravesando las mismas dificultades y contratiempos de todos, pero que gracias a su fe han vivido una vida plena.
Esta alegre fiesta que contrasta con la truculencia de algunos sucedáneos, nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad, una palabra que sufre en nuestros días una especie de descarte del vocabulario corriente, porque se ha perdido su significado. Santidad es vivir las circunstancias de cada día en presencia de Dios, alimentados por su Palabra y por los sacramentos, en la compañía de su Iglesia. Es lo que, en su Exhortación apostólica “Alegraos y regocijaos”, el Papa Francisco llama “la santidad de la puerta de al lado”. En definitiva, como subraya el Papa, se trata de mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor.
La santidad no es el horizonte para una élite sino la vocación de todo bautizado, y en el fondo, la aspiración de todo corazón humano. Un camino que no se basa en nuestras fuerzas sino en la misericordia de Dios, que no se cansa de perdonar.