Madrid - Publicado el - Actualizado
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Formar parte del Gobierno de España no significa saber gobernar. Tomar decisiones y administrar recursos es una tarea ardua que obliga a estar al pie del cañón, planificar de cara al futuro, bajar a la realidad y escuchar. El Vicepresidente del Gobierno de España no parece tener tiempo para esas cosas. Su Partido siempre ha sido más amigo de la agitación. Y eso es, precisamente, lo que ha estado haciendo en los últimos días.
A la espera de lo que diga la instrucción judicial sobre las cuentas de Podemos, queda claro que las informaciones reveladas por el ex abogado Calvente son un varapalo que, cuanto menos, está causando estragos en la salud emocional del Partido. Pablo Iglesias ha desaparecido de la escena política, mientras la Ministra de Igualdad regala posados a la prensa y el Secretario de Organización de Podemos prescribe jarabe democrático a través de las redes. Y esto último, viniendo de un Partido que constituye una de las dos mitades del Gobierno de España es extremadamente preocupante.
Alentar el acoso y atreverse a señalar con el dedo acusador a periodistas, empresarios y a la Jefatura del Estado como posibles blancos de las iras de quienes se sienten indignados o desorientados es una imprudencia, además de una grave dejación de responsabilidades. Si la familia Iglesias-Montero ha sufrido acoso, que lo denuncien. Pero que no olviden que como responsables políticos deben dar cuentas ante la ciudadanía de sus acciones y de sus omisiones. Trasladar la política fuera de las instituciones es peligroso. Podemos lo ha hecho y lo sigue haciendo. Quizás crean que con eso desvían la atención y consiguen que se olviden sus asuntos judiciales. Lo que ya es difícil de olvidar es su falta de competencia para formar parte del Gobierno de España.