Madrid - Publicado el - Actualizado
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El proceso secesionista en Cataluña utiliza con demasiada frecuencia las bazas de lo simbólico, un terreno fácil para alimentar y exarcerbar la fantasía. La autodenominada Asamblea Nacional Catalana y Ómnium Cultural han convocado a sus seguidores para que participen en la Cabalgata de Reyes de Vic con farolillos ornamentados con la bandera independentista. La cabalgata será trasmitida por la televisión pública catalana, financiada por todos los ciudadanos y puesta al servicio de los intereses de un proceso contrario a la norma constitucional.Los diseñadores de esta estrategia ya nos tienen acostumbrados a la instrumentalización, tanto de una tradición común de raíz religiosa, como de la infancia. Utilizar la Cabalgata de Reyes para convertirla en un acto de propaganda política responde al intento de contaminar todas las realidades sociales con la ideología separatista. La alusión de los organizadores a la “conformación de los imaginarios colectivos” es una muestra evidente del sectarismo de quienes quieren imponer su ideología a costa de lo que sea, incluidos los niños, que suelen convertirse en protagonistas involuntarios de la celebración de la Diada, como ocurrió el año 2013 con el caso de las consignas. Quienes propugnan la independencia de Cataluña como la “revolución de la sonrisa” en no pocas ocasiones producen más bien tristeza.