Caminando unidos hacia la meta
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde de lunes del 4 de marzo
Madrid - Publicado el
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El cardenal Juan José Omella ha pronunciado esta mañana su último discurso como presidente de la Conferencia Episcopal, en el que ha querido echar una mirada atrás de agradecimiento por estos cuatro años al frente del órgano colegiado de los obispos españoles, y ceder el testigo, en la víspera de la elección de un nuevo presidente, que conoceremos mañana.
El cardenal Omella ha querido enmarcar sus palabras en el tiempo de Cuaresma y en el Año de la Oración convocado por el Papa como antesala al Jubileo del Año 2025. Ha recordado a sus hermanos en el episcopado lo esencial de la naturaleza de su ministerio, en el que son elegidos para servir, y en el que sus relaciones han de ir más allá de los necesarios encuentros institucionales. La hora en la que nos encontramos, como ha reconocido el cardenal, es grave.
Por eso se necesita aún más una mirada serena y esperanzada para afrontar los desafíos que la Iglesia tiene por delante en este cambio de época, como le gusta decir a Francisco. La misión le pertenece a Dios. Los obispos y cardenales son nada más, y nada menos, que sus colaboradores más directos. En esa misión, que es servicio, hay que abordar también con valentía los retos que la Iglesia tiene hacia adentro. Los obispos habrán de hacerlo siendo portadores de esperanza y sanación para un mundo herido de violencia, polarización y desigualdad.
Para conseguirlo, los obispos no tienen nada parecido a un programa político, sino que tienen el Evangelio vivo, que están urgidos a comunicar a todos con obras y palabras, sin pretender imponerlo sino proponiéndolo a la libertad de todos sin complejos, con humildad, coraje y alegría.