12 de marzo
Esperanza más allá del optimismo
Hay que secundar unas medidas que nos afectan a todos. Y esas medidas no pueden olvidar a los más vulnerables
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La pandemia atenaza nuestras vidas. El miedo se apodera de todos y buscamos protección y seguridades. El Papa recordaba hoy que lejos de vivir centrados en lo propio hay un imperativo mayor: pensar en los pobres, y también en los gobernantes que tienen la ardua tarea de tomar decisiones duras e impopulares.
Tiempo habrá de cuestionar las decisiones o las omisiones de nuestras autoridades. Pero en medio de la pandemia hay que secundar unas medidas que nos afectan a todos. Y esas medidas no pueden olvidar a los más vulnerables, a los que tienen menos recursos y a los más desamparados: los niños recluidos en campos de refugiados, sus padres que carecen de toda posibilidad de ofrecerles un futuro mejor, las personas empobrecidas que viven en los márgenes, los ancianos que pueden parecer una carga para un sistema saturado por la pandemia del coronavirus.
Cuando la mirada se detiene en los más necesitados y en la gravedad de las decisiones de los gobernantes, crece la conciencia social hacia los más necesitados. Hablar de globalización de la indiferencia no es un eslogan ni una consigna. Se trata de un imperativo de conciencia que debe llevarnos a examinar el alcance de nuestras responsabilidades personales y comunitarias. Esa es la esperanza de la que habla el Papa en nombre de la Iglesia, aun cuando los datos de la realidad no inviten a eso que solemos llamar optimismo.