Línea Editorial COPE: Peligro de estallido en Senegal

Una calma tensa recorre Senegal. Considerado hasta hace poco un referente de estabilidad democrática en África occidental, los intentos del presidente Macky Sall de impedir una victoria de la oposición han generado una situación sin precedentes, con el país encaminándose a un vacío constitucional tras la suspensión de las elecciones del 25 de febrero. Las encuestas eran desfavorables para el Gobierno. A pesar de que el líder de la oposición, Ousmane Sonko, se encuentra encarcelado y se le prohíbe presentarse, otro candidato opositor, para quien Sonko pidió el voto, era quien más opciones de triunfo tenía. El presidente Sall, se especula, puede estar buscando un nuevo candidato, alguien que despierte mayor entusiasmo que el actual primer ministro, o incluso presentarse él mismo a un tercer mandato, aunque lo prohíba la Constitución. Seguramente piense que la actual inestabilidad en el Sahel juegue a su favor, garantizándole el apoyo, o al menos la comprensión, de EE.UU. y Francia, frente a un Sonko que no oculta sus simpatías por Rusia. Sería, sin embargo, un cálculo miope. En primer lugar, por abocar a Senegal a una situación de inestabilidad, mayor incluso de la que viene produciéndose en los últimos meses, en los que se han disparado los episodios de represión y violencia, y con ello el éxodo de migrantes y refugiados políticos. Occidente está además obligado a defender la democracia en Senegal porque lo contrario daría argumentos a las juntas militares de Malí, Níger o Burkina Faso para afirmar que, en última instancia, no es mejor la UE que los mercenarios de Wagner comandados por el Kremlin.