Macron a la desesperada

El presidente de la República francesa acapara portadas y titulares por su apretada agenda internacional. El Emir de Qatar visita Francia para negociar una tregua entre Israel y Hamás y, junto a él, lo hacen el jefe del Mossad y algunos otros miembros de la delegación israelí. En medio de estos encuentros, en los que también se habla del reconocimiento de un Estado para Palestina, Macron ha tenido tiempo para centrar, todavía más, la mirada en el Elíseo.

La pretensión de convertirse en líder de la política internacional europea le ha llevado a cometer una imprudencia impropia de su cargo y del rol que quiere jugar en la compleja y peligrosa situación de Europa frente a Rusia. Sin contar con ningún otro gobernante europeo, se ha atrevido a hablar del envío de tropas europeas a Ucrania. La política interna de su país, con una Marine Le Pen envalentonada por los sondeos, quizás haya tenido algo que ver en sus declaraciones.

La realidad es que sus palabras han conseguido el efecto contrario. El gobierno alemán se ha apresurado a dejar claro que esta idea está muy lejos de su posición, y ningún gobernante europeo secunda a Macron. Tampoco parece que la ciudadanía europea respaldara hoy una iniciativa de esta trascendencia. Es evidente que Putin es una amenaza y que Ucrania es la víctima con la que Rusia amenaza a Europa. Pero la gravedad del momento no se afronta con declaraciones desproporcionadas y unilaterales que ponen en jaque la política exterior de la Unión. Una cosa es la audacia intelectual, que Europa necesita, y otra jugar a ser el “Llanero Solitario”.