11 de enero de 2019
Más allá del “muro”
"Nunca 120 km de muro, ya sean de hormigón o de acero, alcanzaron tanto valor simbólico"
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El Presidente de los Estados Unidos ha convertido el “muro” con México en el santo y seña de su política. Ayer viajó a la frontera sur, se hizo fotos ante alijos de droga incautados y reiteró su decisión. Trump está dispuesto a declarar “emergencia nacional” para acceder a fondos que, aunque destinados al Ejército, se desviarían a la construcción del muro. La razón, aduce el Presidente, es que en la frontera sur de Estados Unidos abundan los criminales, al tiempo que se sufre la saturación de los centros de internamiento de emigrantes en situación irregular.
Los viajes semanales que el Presidente Trump realiza a sus bastiones electorales alimentan esta política de cierre de fronteras basada, única y exclusivamente, en prejuicios raciales y culturales que identifican al emigrante con una amenaza para la unidad nacional. Las consecuencias de esta política son catastróficas.
Lo son para los emigrantes que sufren la dureza con la que la guardia fronteriza se comporta, lo son para los emigrantes que llevan decenios de residencia en un país que se ha beneficiado de su situación irregular, y lo son para la economía de Estados Unidos. El cierre parcial del Gobierno afecta a los ingresos de los funcionarios y trabajadores gubernamentales y a la prestación de los servicios públicos.
A Trump no parece importarle. Nunca 120 km de muro, ya sean de hormigón o de acero, alcanzaron tanto valor simbólico para quienes han conseguido que las tesis nacionalistas gobiernen hoy en Estados Unidos. Por eso el “muro” no es una anécdota, sino algo que hay que tomarse muy en serio.