Línea Editorial 10/08/21

En memoria del sacerdote Olivier Marie

En los últimos cinco años, la sociedad francesa se ha enfrentado en más de una ocasión al asesinato de ciudadanos católicos cuyas muertes han sido testimonio de su Fe

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El sacerdote francés Olivier Marie, Provincial de los Montfortianos, ha sido asesinado. En los últimos cinco años, la sociedad francesa se ha enfrentado en más de una ocasión al asesinato de ciudadanos católicos cuyas muertes han sido testimonio de su Fe. Primero fue el sacerdote Jacques Hamel; después, el gendarme Arnaud Beltrame. Ninguno de ellos buscó la muerte, pero se encontraron con ella como consecuencia de su compromiso con la vida.

Olivier Marie ha sido asesinado por un varón de origen ruándés que hace un año provocó el incendio de la Catedral de Nantes. La comunidad en la que vivía Olivier Marie le acogió mientras estaba bajo tutela judicial. No se puede ni se debe banalizar un asesinato, ni mucho menos considerarlo algo irremediable. La Justicia deberá determinar qué y cómo sucedió. Pero, el asesinato de Olivier Marie tampoco puede ocultar el significado religioso y también cívico de quienes entregan la vida por aquello en lo que creen. El sacerdote Olivier Maire practicaba la caridad y la hospitalidad y en su nombre acogió a una persona desarraigada que carecía de apoyos sociales y familiares en un país que no era el suyo.

No faltan voces exacerbadas que en las últimas horas acusan a la Iglesia católica en Francia de falta de vigor, de ser naïf, de no dar la batalla cultural o de ser condescendientes con la inmigración ilegal. Marie le Pen ha sido una de esas voces. Ni Francia, ni ninguna otra nación europea se fortalecerá internamente sobre la base de la exclusión. Mucho más fructífera, aunque menos combativa, es la fortaleza que deriva del heroísmo de quienes dan su vida en el desempeño de su vocación. Las sociedades europeas no andan sobradas de ciudadanos como Olivier Marie. Por eso su memoria, y la Fe que la alimenta, merece ser no solo recordada, sino también protegida.

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