Línea Editorial 09/08/2021

Pacto contra la violencia juvenil

Los recientes actos de violencia juvenil grupal en La Coruña y en Amorebieta representan uno de los fenómenos más preocupantes de la sociedad individualista del bienestar

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Los recientes actos de violencia juvenil grupal en La Coruña y en Amorebieta representan uno de los fenómenos más preocupantes de la sociedad individualista del bienestar y del desarrollo. Un reto que trasciende a la política y que toca de lleno a la educación y a la formación de la conciencia moral de las nuevas generaciones. Algunas de las causas de estas expresiones, que no deben olvidarse, son la excesiva presencia de la violencia en los entornos de ocio juveniles, como los videojuegos, o su banalización, la sensación de impunidad ante la ley, la inexistencia de alternativas de ocio, el prolongado desempleo, la ausencia de una formación ética básica que ayude a distinguir el bien del mal y la carencia de una autoridad de referencia que contribuya a asumir modelos de actuación moral.

Aunque pueda parecer un fenómeno aislado, propio de expresiones juveniles marginales, la existencia de formas de violencia en las generaciones más jóvenes debe interpelar no solo a los responsables políticos sino a todos los que están implicados en los procesos de conformación de una ética cívica basada en el respeto a la dignidad de la persona y en los valores sobre los que se construye la convivencia. Lejos de encontrarnos en una sociedad en la que el Estado es capaz de ofrecer todo lo que promete para cumplir el deseo de una vida digna, la lucha contra la aparición de estos actos violentos debe convertirse en una prioridad de las administraciones públicas y de todas aquellas instituciones sociales dedicadas a la formación de los jóvenes. En este sentido, la Iglesia, por su larga experiencia, es una interlocutora necesaria en un pacto social contra la violencia juvenil organizada.

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