J.L RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Cabeza fría con Gibraltar

La futura situación de Gibraltar tras el Brexit ha desatado una ola de nacionalismo entre algunos dirigentes británicos. La primera ministra Theresa May se ha dado prisa en dejar claro que nunca cederá la soberanía de la última colonia en suelo europeo, después de haber olvidado mencionarla en la carta en la que solicitaba la salida. Un líder del partido conservador ha hablado incluso de intervención militar. Son declaraciones que hay que situar en un contexto de debilidad del Reino Unido. Demasiados nervios, demasiadas palabras pomposas ante un proceso en el que Londres puede perder mucho. La salida de la Unión del Reino Unido supone para Gibraltar la pérdida de la libertad de circulación de personas y la vuelta a la situación creada por el Tratado de Utrecht. Ese Tratado da a España la facultad de cerrar la verja. Pero nadie en su sano juicio acaricia esa fórmula. Es el momento de seducir a los gibraltareños con más Europa, esa Europa por la que apostaron en el referéndum de junio del año pasado. La soberanía compartida es ahora más atractiva que nunca. Otra cosa diferente es cómo se regula la transmisión de los bienes que los gibraltareños han adquirido en España, los permisos de residencia, el ejercicio de la actividades laborales y profesionales de la gente del Peñón en nuestro suelo. Habrá que exigir reciprocidad. Y habrá que pedir apoyo de la Unión, ahora que el Reino Unido va a dejar de ser socio, para que Gibraltar deje de ser un paraíso fiscal.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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