J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

El derecho a la vida de Charlie Gard

El caso del bebé Charlie Gard ha conmocionado a la opinión pública internacional. Nacido en Londres hace apenas once meses, el bebé sufre una enfermedad de las denominadas “raras”, que daña su cerebro y que le hace depender de un respirador. Tan solo se le hidrata y alimenta por una sonda, no existe ningún tratamiento desproporcionado que permita hablar de encarnizamiento terapéutico. Los padres de Charlie han querido llevar al pequeño a Estados Unidos para seguir luchando por su vida con un tratamiento experimental, pero la justicia británica y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se lo han impedido, y se han pronunciado a favor de retirarle el respirador artificial. Resulta paradójico que los Tribunales, que tantas veces esgrimen como argumento en cuestiones bioéticas la mera voluntad de los sujetos en cuestión, nieguen a estos padres la apuesta por el derecho a la vida de su hijo. Como ha dicho la Pontificia Academia para la Vida, produce horror que los tribunales se arroguen el derecho a decidir sobre la vida de este niño, por encima de la voluntad de sus padres. El Papa Francisco, que ha seguido muy de cerca el caso, ha pedido que se permita a los padres tratarle y acompañarle hasta el final. Algo que incluso quiso regatearles el hospital. La vida debe ser acompañada y amada hasta el final. Este caso revela la profundidad de la crisis cultural y moral que afecta a las sociedades de Occidente.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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