El desafío de Torra
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El discurso independentista parece no haber evolucionado ni haber aprendido las lecciones del inmediato pasado. Sigue instalado en un escenario de amenazas y conflicto, de deseos imposibles, tal como se ha podido comprobar con la intervención del Presidente del Generalitat, Quim Torra, en el Teatro Nacional de Cataluña.
Deliberadamente Torra ha colocado la acción política en la calle, fuera del ámbito natural del parlamento. El gobierno de Pedro Sánchez debería tomarse en serio su amenaza de no acatar una posible sentencia condenatoria del Supremo a los protagonistas del intento de golpe de Estado. Tampoco hay que despreciar la idea de Torra de desbordar la Diagonal de Barcelona con una marcha de lo que denomina “el pueblo constituyente”, como forma de presionar al Estado para que abra la vía del diálogo sobre un referéndum de autodeterminación.
La respuesta de la vicepresidenta Carmen Calvo continúa instalada en una vía que solo pretende ganar tiempo y ofrecer una imagen de diálogo que no va a resolver los problemas reales. Mientras Torra ahonda en la ruptura y la confrontación social, el Gobierno de Sánchez maneja ocurrencias que sólo generan inseguridad. La realidad del secesionismo es demasiado terca y su pretensión demasiado seria como para jugar al escondite y poner paños calientes.