J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Dos cartas en la mesa de Hamburgo

En la mesa de la reciente “cumbre” del G-20 en Hamburgo se depositaron dos cartas de las que apenas se ha hablado. Una era del Papa, que hacía unos pocos días había recibido a la Canciller Ángela Merkel en el Vaticano. La otra era del Presidente de Nigeria, Yemi Osibanjo, de la que casi nadie ha hablado. Las dos abordaban un tema común, el trágico fenómeno de la emigración masiva por razones económicas o de guerra, que afecta especialmente a los países africanos. Para el Papa Francisco, el drama de las emigraciones, inseparable de la pobreza, debe abordarse mediante soluciones progresivas y no traumáticas para llegar a la estabilidad de las personas, que sería ventajosas para todos. El presidente nigeriano apunta que el problema de la emigración masiva tiene sus raíces en la corrupción que afecta a casi todo el continente, de donde se escapan a Europa en torno a cincuenta mil millones de euros al año como consecuencia de los flujos financieros ilegales. Solo con paralizar la llegada a Europa de esos fondos de dinero negro, podrían crearse más de veintidós millones de puestos de trabajo. Reconoce que corresponde en primer lugar a los países africanos poner cerco a fuga de capitales, y algo se está haciendo ya. Pero son las antiguas potencias coloniales, que se están beneficiando de este capital ilegal, las más obligadas a evitar el espectáculo de la migraciones que tantas víctimas se cobran cada día en la dramática travesía del Mediterráneo. De esto no se ha escuchado el menor cometario en la cumbre del G-20, pero está claro que soluciones no traumáticas, como pide el Papa, las hay.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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