'LÍNEA EDITORIAL'

España, volcada con el Magreb

"Túnez ha sido el único país donde han sido posibles unas reformas democráticas que todavía parecen imposibles en el mundo islámico"

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José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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La visita que el presidente Rajoy emprendió ayer a Túnez cierra un paréntesis de diez años de cierto alejamiento institucional, en buena medida forzado por el estallido de la convulsa “Primavera árabe”, a principios del 2011. Túnez ha sido el único país donde han sido posibles unas reformas democráticas que todavía parecen imposibles en el mundo islámico, a pesar de que aquel movimiento popular propició la caída de dictaduras tan emblemáticas como las de Egipto y Libia, además de la tunecina. Después de unos momentos de confusión atizados por el terrorismo, nuestro vecino norteafricano está consolidando su transición hacia una democracia plena, después de una profunda reforma de la Constitución en la que ha jugado un papel relevante el partido islamista moderado En Nahda, que forma parte de una fuerte coalición de Gobierno junto al principal partido laico.

Esta visita responde al deseo de apoyar el camino hacia la libertad emprendido por Túnez, necesitado de ayuda económica tras el descalabro sufrido por la fuga del turismo. Por otra parte, el reencuentro con Túnez se enmarca en una ofensiva política más amplia que abarca todo el Magreb. Para más adelante queda otra visita a Argelia, donde la vida política está agitada por la sucesión del ya anciano presidente Buteflika. España está decidida a fortalecer sus relaciones con el conjunto del Norte de África, con el telón de fondo de la lucha contra el terrorismo y la contención de la inmigración ilegal, aunque persista la incómoda incógnita del futuro del Sahara, que aún puede deparar sorpresas poco gratas en las relaciones con la Unión Europea.

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