La gran farsa de Oriente Próximo se rueda en Gaza

"El premio gordo se lo lleva la idea de deportar a toda la población de Gaza a Egipto y Jordania mientras EE.UU. convierte la Franja en una urbanización de lujo"

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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No ha pasado un mes del regreso de Donald Trump, y ya cuesta recordar cómo era la vida antes del 20 de enero. Con sus decisiones y sus faroles, el inquilino de la Casa Blanca ha mostrado una sorprendente capacidad de mantener al resto del mundo en vilo, pendiente de su último disparate o de su última genialidad, según quién emita el juicio. El premio gordo se lo lleva la idea de deportar a toda la población de Gaza a Egipto y Jordania mientras EE.UU. convierte la Franja en una urbanización de lujo. Hamás hace lo que puede por asomar la cabeza; de ahí que amague con romper la tregua con Israel, aunque nadie tome esto muy en serio. Netanyahu y a Trump resultan más creíbles con su amenaza de limpieza étnica pero a diferencia de los partidos fundamentalistas coaligados con el Likud, su apuesta siempre fue más elevada: una alianza Washington- Israel-Arabia Saudí, con capacidad para marcar el rumbo de Oriente Medio durante décadas y conjurar la amenaza nuclear de Irán. Es el pacto que estaba a punto de fraguarse en octubre de 2023 cuando Hamás desbarató los planes. Si es posible hacer una predicción segura con Trump es que tratará de conseguir eso que a Biden se le escurrió de los dedos. El escollo es Palestina. El príncipe Bin Salman está tan interesado en el acuerdo como Trump y Netanyahu, pero tiene muy presente el recuerdo de El Sadat, el presidente de Egipto asesinado tras la paz con Israel, porque la población saudí es abrumadoramente reacia al acercamiento. Un actor más para la gran farsa a la que, como actores de reparto, asisten cinco millones de palestinos no precisamente mientras comen palomitas

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