La hora de la moderación

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En pura teoría el resultado de las elecciones no tendría por qué suponer un Gobierno socialista con políticas ideológicas y radicales. La mayoría de los españoles se ha decantado por opciones alejadas de los extremos de izquierda y derecha. Aunque Cataluña, con el ascenso del independentismo y la hegemonía de ERC, y el País Vasco, con la subida de Bildu, suponen dos preocupantes excepciones. Sánchez no está obligado a apoyarse en la izquierda de Podemos ni en el secesionismo catalán, podría intentar gobernar, o conseguir una investidura, con el apoyo de Ciudadanos.

Los dos grandes bloques (izquierda y derecha) siguen sustancialmente empatados. Si la derecha se ha quedado sin opciones de Gobierno se ha debido a una mayor movilización de la izquierda y a la fragmentación provocada por la irrupción de VOX. La ley electoral provoca que una buena parte de los votos que el partido de Santiago Abascal le quita al PP, no se traduzcan en escaños.

Lo deseable sería que Sánchez se olvidara de buscar apoyo en los independentistas, eliminara carga ideológica y se centrara. Pero en los últimos diez meses Sánchez no se ha movido en esa dirección. Su obsesión por la memoria histórica, sus coqueteos con el independentismo, su agenda social de tinte radical, y su estatalismo educativo no son buenos precedentes. Ciudadanos tiene ahora un papel importante. Muchos de sus votantes quieren que desempeñe un papel de bisagra y de moderación de Sánchez. No puede dedicarse solo a competir por el liderazgo de la oposición con el PP.

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