J.L Restán | Línea Editorial

Indeseable guerra comercial

La Cumbre del G20 que se celebra a estas horas en Hamburgo ha servido para constatar que el proteccionismo de Trump impide cualquier tipo de acuerdo. Sobre todo, para avanzar en el libre comercio mundial. El libre comercio, cuando está bien ordenado y bien regulado, es una fuente de desarrollo económico.Pero Trump vuelve a defender el sueño falso del cierre comercial de fronteras. No es un fenómeno nuevo, hace algo más de cien años Estados Unidos ya apostó por un proteccionismo que resultó nefasto para los estadounidenses. Cerrar fronteras, también en lo económico, es malo. Pero como en otros ámbitos, la política de Trump no es fruto de un ejercicio de racionalidad sino de una exaltación de los sentimientos.Hubo un tiempo en el que se pensó que el G-20 podía ser algo así como el sustituto de un Gobierno del mundo que no existe y que es muy necesario para intentar ordenar la globalización. Pero las actitudes nacionalistas, como la de Trump, lo han hecho imposible.Trump ha intentado romper la unidad de los socios de la Unión Europea haciendo ofertas a los países del Este. Ha sido un ejercicio de deslealtad.Bruselas ha respondido a la política comercial del presidente de los Estados Unidos cerrando un acuerdo con Japón. Ha sido un gesto importante aunque insuficiente para compensar la tendencia al aislamiento estadounidense.Todos estos retrocesos, toda esta reacción defensiva contra los efectos positivos de la globalización, hacen más necesaria la construcción europea. El liderazgo de Merkel, con todos sus límites, quizás el de Macron, son de ayuda. Pero no son suficientes. Sin G 20, sin G7, sin instancias globales de referencia, la integración política europea es más urgente.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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