Migración: divorcio entre la realidad y la opinión

Alemania y Austria han decidido congelar la condición de refugiado a los sirios. En 2015, en los primeros años de la guerra, llegaron a Alemania casi un millón de personas procedentes de Siria. Desde entonces, la Unión Europea está presa del pánico por el temor a una “invasión exterior”. Eso es lo que explica, en parte, el auge de los partidos más radicales.

Pero hay una diferencia sustancial entre el estado de la opinión pública y la realidad. Alemania es uno de los países que más extranjeros ha recibido en los últimos años. La opinión publica de ese país piensa que casi todos son refugiados y que no se han integrado. La OCDE ha puesto de manifiesto que la mayoría de los extranjeros que viven en Alemania proceden de la UE, un 70 por ciento tiene trabajo y un 75 por ciento aprende el idioma en cinco años.

Algo semejante está sucediendo en España. La llegada de miles de personas a Canarias y a Baleares ha creado la imagen de una invasión de migrantes que ponen en peligro el Estado del Bienestar. La alarma se ha multiplicado por el modo irresponsable en el que se afronta el reparto de menores no acompañados y por la explotación política del miedo.

El Estado del Bienestar no está en peligro, todo lo contrario. Los buenos datos de la economía española no se deben a un incremento de la productividad ni a una mejora de la renta real disponible, se deben a un relevante aumento del número de trabajadores, la inmensa mayoría extranjeros.