J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Miguel Ángel Blanco y el relato del terrorismo

Hace ahora veinte años asistíamos, con un nudo en la garganta, al secuestro y asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco, un joven concejal del Partido Popular en Ermua. La banda terrorista ETA respondía así a la reciente liberación de Ortega Lara, funcionario de prisiones secuestrado y torturado en un zulo por los etarras durante 532 días. ETA exigía que el Gobierno se prestase al chantaje de acercar los presos de la banda al País Vasco para liberar con vida al joven concejal. El Gobierno de José María Aznar se mantuvo firme en unas horas angustiosas y dificilísimas. El dramático desenlace supuso un punto de inflexión en la conciencia social del fenómeno del terrorismo en España. El llamado “espíritu de Ermua” permitió ver, por primera vez, una reacción nítida y mayoritaria de una sociedad, particularmente la vasca, que se echó a la calle para gritar “basta ya”. Por primera vez vimos también imágenes tan elocuentes como la de los miembros de la Ertxantxa quitándose sus cascos y descubriendo sin miedo sus rostros. Conviene contar esta historia una y otra vez, con la verdad, la memoria y la justicia que las víctimas merecen, para que las nuevas generaciones conozcan el verdadero relato de lo que significó el terrorismo de ETA. Desde el punto de vista simbólico, Miguel Ángel Blanco no fue una víctima más. Al homenajearle y recordarle, no solo no se realiza discriminación alguna con respecto a otras víctimas, sino que en su nombre se está recordando y homenajeando a todas las víctimas del terrorismo de ETA.

00:00

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

1 min lectura