Línea editorial 3/3/2025

La moral y la libertad

La humillación a la que sometieron a Zelenski el pasado viernes en el Despacho Oval, Trump y el vicepresidente J.D. Vance acreditan que en una cuestión tan esencial como las relaciones internacionales no reconocen más principio que el de la fuerza

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La vuelta a la Casa Blanca de Trump ha estado acompañada de un discurso que señalaba al actual presidente como el defensor de los valores de una moral basada en la objetividad de la naturaleza. Aunque Trump no fuese personalmente un ejemplo de coherencia con la moral familiar tradicional, su victoria se ha revindicado como un freno a la decadencia ética provocada por cierto progresismo. Su programa antinmigración se ha presentado como la defensa de un país ante la disolución de los valores liberales en un multiculturalismo relativista.

La humillación a la que sometieron a Zelenski el pasado viernes en el Despacho Oval, Trump y el vicepresidente J.D. Vance acreditan que en una cuestión tan esencial como las relaciones internacionales no reconocen más principio que el de la fuerza. En realidad, Trump exige a los ucranianos que se rindan porque Putin tiene más soldados y más capacidad de combate. Esta exigencia conculca el valor de la libertad. Sin libertad no hay vida moral posible.

Cuando se produjo la primera globalización, en el siglo XV, la Escuela de Salamanca defendió la universalidad de ciertos derechos. Tras la II Guerra Mundial, Occidente desarrolló un tejido de organizaciones multilaterales y un corpus de derecho internacional. Se intentaba, aunque fuera con muchas limitaciones, que unos principios morales esenciales limitaran que la única regla fuera el poder del más fuerte. El equipo de Trump, que tanto habla de moral, parece olvidarse del amor la libertad que forma parte de la genética de Estados Unidos como país.

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