LÍNEA EDITORIAL

El Papa que vino del fin del mundo

Hace cinco años, un mes después de la histórica renuncia de Benedicto XVI, apareció en el balcón de San Pedro el Papa Francisco

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José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

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Hace cinco años, un mes después de la histórica renuncia de Benedicto XVI, apareció en el balcón de San Pedro el Papa Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita de la historia. Los cardenales, como dijo el propio Bergoglio, habían ido a buscar un obispo al fin del mundo.

Son innumerables los acentos que nos ha dejado, hasta el momento, un pontificado intenso. Desde la Iglesia en salida, con el corazón puesto en las periferias geográficas y existenciales, hasta los textos magisteriales en torno siempre a la alegría que ha de caracterizar al cristiano, como anuncio y a la vez como denuncia ante un mundo que a menudo se enroca en la tristeza individualista que producen los corazones cómodos y avaros.

Como su antecesor ha destacado, si bien es verdad que existen diferencias de estilo y de temperamento, los pontificados de Benedicto XVI y Francisco mantienen una continuidad interior, la propia continuidad de la vida de la Iglesia que no puede ser entendida desde los estrechos márgenes de la política, en clave ideológica de ruptura y revolución. El prestigioso vaticanista Andrea Tornielli ha destacado hoy en El Espejo de COPE que para comprender a Francisco hay que colocar en el centro la palabra “misericordia”. Francisco ha dado un testimonio personal de cercanía y de ternura; un testimonio valiente y creíble con el que durante estos cinco años ha conseguido llegar al corazón de muchos, también al de los que están más alejados de la Iglesia, para mostrarles el rostro de un Dios que antes de juzgar, abraza, y sale al encuentro de todo aquel que le busca con sencillez y sinceridad.

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