Un paso más hacia la autonomía estratégica de Europa
La Unión ha aprendido que no puede quedar a merced del chantaje del régimen imperialista de Putin
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El 1 de enero dejó de fluir gas ruso hacia la UE a través de Ucrania. Es una decisión de la que, a priori, lo más que se debería decir es que sorprende que Kiev haya mantenido hasta ahora un contrato que ayuda a Putin a financiar la invasión de Ucrania.
Las cosas son, sin embargo, más complejas. La decisión del gobierno de Zelenski ha sido cualquier cosa menos precipitada, y se ha tomado con el apoyo de la Comisión.
Con el cierre de este oleoducto, puesto en marcha en tiempos de la URSS, solo queda operativa para el gas ruso la vía turca. Cierto que, en 2024, Europa ha importado cifras récord de gas licuado, lo que ha mitigado las pérdidas para Rusia.
A diferencia de lo sucedido con el petróleo, no ha habido embargo para el gas, pero la Unión avanza firme hacia el objetivo de poner fin al suministro de hidrocarburos rusos en 2027. La estrategia no convence a todos.
Si entre las empresas de Ucrania ha habido protestas, no pueden sorprender las resistencias de compañías y gobiernos en la Unión. Particularmente compleja es la situación en Eslovaquia y Hungría, por afinidades de sus gobiernos con el Kremlin y por los acuerdos comerciales firmados con la rusa Gazprom.
También se han generado fricciones con Moldavia, lo que favorecerá mayor implicación europea. Va tomando cuerpo lo que se ha denominado autonomía estratégica, según la cual los intereses políticos y económicos deben estar alineados. Por descontado, no es deseable ni sostenible la enemistad perpetua con Rusia, pero la Unión ha aprendido que no puede quedar a merced del chantaje del régimen imperialista de Putin.