Una paz justa para Ucrania

La llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. está teniendo evidentes consecuencias en la escena internacional. La guerra en Ucrania no es una excepción, y la singular relación entre Trump y Putin, así como la agenda estratégica estadounidense en la región, podrían ser determinantes para el fin de las hostilidades. Al magnate no le conviene prolongar su respaldo militar a Ucrania, pero, como advierte con insistencia Zelenski, sin el apoyo de EEUU, la ayuda europea resultaría insuficiente para contener la acometida expansionista de Putin.

Uno de los factores clave en una posible negociación son las tierras raras de Ucrania, un territorio rico en titanio, grafito, litio y uranio, minerales esenciales para la industria tecnológica. En septiembre, Vladímir Zelenski ofreció a Trump la posibilidad de explotar estos recursos naturales, lo que supondría no solo un incentivo económico, sino también estratégico para EEUU. Trump, por su parte, insiste en recuperar la inversión realizada en Ucrania, y estos recursos, junto con la eventual reconstrucción posbélica, representarían un beneficio evidente.

Mientras la presión diplomática estadounidense se intensifica para lograr un acuerdo que ponga fin a la guerra, esta noche las tropas rusas han perpetrado un ataque balístico especialmente virulento sobre Kiev. Europa no puede renunciar a su liderazgo y debe fijar posición con autonomía y personalidad propia. Sobre todo, para garantizar que las condiciones de paz constituyan un marco comprometido con la justicia, y no una mera transacción de intereses