J.L. Restán | Línea Editorial
Podemos y su crisis de identidad
Podemos ha ido perdiendo iniciativa a medida que la legislatura avanzaba. El remate, si no cambian mucho las cosas, ha sido el “caso catalán”.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Podemos ha ido perdiendo iniciativa a medida que la legislatura avanzaba. El remate, si no cambian mucho las cosas, ha sido el “caso catalán”. Pablo Iglesias, que aspira a la presidencia del Gobierno, no podía defender la ruptura unilateral propiciada por el independentismo, pero tampoco posicionarse abiertamente contra el órdago que Puigdemont lanzaba desde la Generalitat al Gobierno de Mariano Rajoy. Eso, sumado al hecho de que sus socios en Cataluña jugaran la carta de la ambigüedad, ha perjudicado a Podemos hasta el punto de sumir a la formación morada en una crisis de identidad.
Durante los dos meses de intensidad secesionista nadie se ha tomado muy en serio los pronunciamientos de Podemos y nadie les ha requerido ni como interlocutores, ni como mediadores, porque no han sabido comportarse como una fuerza con cinco millones de votos repartidos por toda España. Con razón decía Carolina Bescansa que su partido debería mirar más a los españoles que a los independentistas. No haberlo hecho así explica que hayan perdido alrededor de seis puntos porcentuales de apoyo desde las elecciones de junio de 2016.
Es muy fácil congregar voluntades cuando se trata de oponerse a un enemigo político, ya sea real o ficticio. Lo difícil es ofrecer proyectos coherentes de Gobierno. Podemos fue muy efectivo mientras luchó a la contra. Hoy no se sabe muy bien qué pretende ni a quién representa.