J.L. Restán | Línea Editorial

Podemos y Venezuela

Los últimos acontecimientos en Venezuela son datos añadidos a la desesperada salida hacia adelante que ha tomado el régimen caudillista de Maduro. La irrupción de un grupo de matones afectos al régimen en la Asamblea Nacional, en el día en que la Cámara celebraba la Independencia, o el acoso a la Fiscal General no dejan de ser una vuelta de tuerca de un sistema corrupto y autoritario que de forma sistemática responsabiliza de los nefastos efectos de su gestión a conspiraciones y maquinaciones externas. La amenaza de la Asamblea Constituyente, y los noventa muertos en estos tres meses de manifestaciones en favor de las libertades públicas, deben servir de llamada de atención a una comunidad internacional que debe centrar sus esfuerzos en apoyar al pueblo de Venezuela y en colaborar en la búsqueda de una soclicón democrática y negociada.Por eso, actitudes de equidistancia como la del grupo Parlamentario de Podemos, que en vez de condenar sin ambigüedades la violencia de Maduro utilizan el subterfugio de condenar “todas las violencias”, producen una especial repulsión en cualquer conciencia rectamente formada. Aunque Pablo Iglesias y los suyos ya no necesitan caretas ante la sociedad española para esconder sus intenciones políticas, al menos debieran tener la dignidad y la valentía de llamar a las cosas por su nombre. Una carectarística propia de quienes son demócratas y apuestan por la libertad y el debate racional y público.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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