Suplicando a Puigdemont

En la trayectoria de Pedro Sánchez quedará el rastro visible de cómo el PSOE ha intentado plegarse a las exigencias del prófugo Puigdemont para que sus siete votos en el Congreso sostuvieran su frágil mayoría. La última delegación de emisarios del PSOE, encabezada por su secretario de Organización, Santos Cerdán, ha tratado de reconducir la relación con Junts después de los últimos revolcones sufridos por el Gobierno en el Congreso. Ahora se trata de calmar al aparentemente enfadadísimo Puigdemont para que mantenga el apoyo a una legislatura agónica. 

El primer objetivo es lograr que el próximo jueves se apruebe el “techo de gasto”, paso previo al debate sobre los Presupuestos. Por si acaso, el Gobierno ya lleva días difundiendo en todas sus terminales que la democracia consiste en dialogar y en llegar a acuerdos, y que, en última instancia, siempre se puede gobernar sin nuevos presupuestos, prorrogando los anteriores.

La sociedad española no debería normalizar lo que es una clara anomalía y una mala práctica política, como prorrogar por segundo año consecutivo los presupuestos. Pero, sobre todo, es inasumible el precio que está dispuesto a pagar el Ejecutivo, desde la amnistía al cupo catalán, pasando por la negociación en territorio extranjero, con tal de sobrevivir políticamente. Después de esto, va a costar mucho recuperar el crédito perdido y regenerar moralmente el noble ejercicio de la política, que debería estar siempre al servicio del bien común.