J. L. RESTÁN | LÍNEA EDITORIAL

Tras la caída de Mosul

Las fuerzas del Ejército iraquí están a las puertas de una victoria militar en Mosul. Tras la toma de la Mezquita de Al Nuri, lugar sagrado en el que el ISIS declaró hace tres años el Califato, se ha culminado un proceso de extrema trascendencia. No se puede hablar de derrota definitiva del Estado Islámico, pero sí de una victoria necesaria para poder asestar el golpe definitivo a los terroristas de la Yihad.Mosul significa el comienzo de un tiempo nuevo. En Iraq hay que aprender de la historia inmediata. La exclusión, el pase de facturas, la fragmentación y una vida política basada en la revancha han destrozado el país al tiempo que han impedido una verdadera reconstrucción nacional. Iraq se enfrenta a un período complicado en el que la derrota militar del Estado Islámico es tan importante como el inicio de un proceso de reconstrucción del que la comunidad internacional no puede desentenderse. La paz no será la ausencia de guerra, sino el fruto de la cooperación, la integración y la justicia. A partir de ahora hay que reconstruir Mosul y todo el país en su conjunto. Hará falta mucha ayuda financiera, técnica y militar. Iraq no puede ser ni una oportunidad de negocio ni un enclave estratégico internacional. La aventura política tras la caída definitiva de Mosul es apasionante. Los mismos que han sido capaces de colaborar en la guerra deben ser a partir de ahora capaces de colaborar en la paz.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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