Trump rompe todas las reglas

Hace un mes que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y con sus hiperbólicas declaraciones ya ha alterado las reglas de juego de las relaciones internacionales. Sus últimas manifestaciones sobre la guerra en Ucrania resultan escandalosas al convertir a Ucrania y a su presidente en culpables, y exonerar a Putin de la responsabilidad de la invasión de un país soberano, convirtiéndolo además en un interlocutor respetable para el futuro del orden internacional. Hasta ahora era Putin quien sostenía, como argumento deslegitimador, que Zelenski gobierna sin el refrendo de unas elecciones generales, como si el autócrata ruso se caracterizara por ejercer el gobierno con plenas garantías democráticas. Trump parece olvidar que a Ucrania le ha sido impuesta una guerra de conquista y que eso obliga a posponer los procesos electorales en cualquier país.

El futuro de Ucrania y de Europa resulta inquietante a tenor de la narrativa de Trump, que asume todos los argumentos de un Putin que ni en sus mejores sueños podía imaginar verse reivindicado de esta forma, de la noche a la mañana. Trump está sentando las bases de un nuevo orden basado en el acuerdo entre potencias para repartirse zonas de influencia en el mundo, aparentemente sin ninguna consideración de tipo ético. Algunos analistas señalan que el último giro de Trump ha causado estupor también en diversos ambientes culturales y políticos de los Estados Unidos. El caso es que su presidente se mueve a velocidad de vértigo y la pregunta es si alguien está en condiciones de confrontar su estrategia antes de que ponga patas arriba el tablero.