J.L. Restán | Línea Editorial

Una Iglesia pobre y para los pobres

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Este domingo se celebra por primera vez la Jornada Mundial de los Pobres instituida por el Papa Francisco. El Papa insiste mucho en la importancia de gestos concretos hacia los más necesitados, aunque al mismo tiempo alerta frente a buenas obras improvisadas que solo sirven «para tranquilizar la conciencia». La denuncia de la injusticia social es necesaria frente a la inmoral concentración de riqueza en unas pocas manos, o cuando la dignidad humana de tantas personas es pisoteada en nombre de los intereses de los poderosos.

Sin embargo, Francisco recuerda que el significado que da el Evangelio a la pobreza va mucho más allá. Es en los pobres donde Jesús dice que podemos encontrarle. Por eso esta Jornada Mundial de los Pobres no se queda solo en un llamamiento a la solidaridad, sino que pide una auténtica conversión que lleve a un estilo de vida más sobrio y evangélico, conscientes además de que es así como el ser humano encuentra la felicidad. Esas son las premisas que fundamentan la acción social de una Iglesia llamada a ser pobre y para los pobres. De ello se ha ocupado este fin de semana el Congreso Católicos y Vida Pública, poniendo el foco en la gran labor de organizaciones como Cáritas o Manos Unidas, pero también en la entrega discreta de miles de voluntarios, misioneros o religiosos que comparten sus vidas con los demás, mostrando el auténtico significado de la nueva jornada instituida por el Papa.

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