Madrid - Publicado el - Actualizado
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De aquí a las elecciones europeas del 19 la Unión Europea encara una «ventana de oportunidad» para acometer reformas pendientes que garanticen su viabilidad. Es la tesis que ha expuesto el cardenal Marx en su despedida como presidente de la Comisión de los Episcopados de la Unión Europea, ante el presidente de la Comisión y otros altos cargos comunitarios. El acuerdo de gobierno en Berlín y la reactivación del eje franco-alemán permiten poner al día estructuras creadas a veces a trompicones, como señaló el arzobispo de Múnich, aludiendo a una unión de fronteras sin acuerdos previos claros en materia migratoria y asilo, una unión monetaria sin los instrumentos financieros para afrontar una crisis, o en otro orden de cosas, la amenaza de los populismos nacionalistas que parten de una visión idealizada del pasado, de espaldas a la realidad y la historia.
Pero así ha avanzado la Unión desde Monet, de crisis en crisis. Con la conciencia de que no hay alternativa si se quiere un futuro de paz y estabilidad. Sin embargo, el cardenal Marx advirtió de que, además de pragmatismo, hace falta sentido de pertenencia y una conciencia de misión que no se encierre en el propio continente. El Brexit, la amenaza rusa o la frialdad estadounidense pueden ser revulsivos para reforzar el proyecto comunitario, pero en ningún sitio está escrito que la Unión vaya a ser capaz de superar todas las crisis.