Urgente: acabar con la guerra de Siria

El nuevo ataque con gas sarín contra un poblado ocupado por las fuerzas rebeldes al régimen de Asad, en Siria, ha conmocionado a la comunidad internacional por lo que supone de horrible crimen de guerra, con decenas de muertos por asfixia mientras dormían. Solo el veto de Rusia ha impedido una resolución contundente del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, a finales del pasado año, el mismo Consejo de Seguridad fue capaz de aprobar por unanimidad una resolución ordenando el alto el fuego en Siria, después de que este país cumpliese el mandato de destruir todas sus armas químicas. Ahora nos encontramos con la reaparición de este mortífero gas, sin que todavía se tenga la plena certeza de si esas armas fueron realmente utilizadas por los atacantes o estaban depositadas en un almacén de las fuerzas rebeldes.Lo realmente asombroso es que seis años después se mantenga una guerra que ha causado más de 300.000 víctimas y ha obligado a huir a más de cinco millones de sirios. El Papa ha hecho un angustiado llamamiento a cuantos tienen responsabilidad política a nivel mundial. Hay que callar las armas y reconstruir todo el país, una doble tarea que se presenta más que difícil mientras no cesen las alianzas de ciertas milicias rebeldes sirias con el terrorismo del Daesh. Es lamentable que se diluyan las esperanzas de que Rusia y Estados Unidos tomen la delantera para enfrentarse conjuntamente al enemigo común. Siria parece perdida en su laberinto de sangre y fuego, pero hay que insistir en la prioridad de la reconciliación de todos los sirios que aspiran a restablecer la convivencia.