¿Vuelve el laicismo agresivo?

Esquerra Republicana lleva esta semana al Congreso una moción para reformar la ley de libertad religiosa en una línea beligerantemente laicista, que pretende limitar cualquier manifestación pública de la fe en el ámbito público. El momento no es casual, con el PSOE obsesionado por competir con Podemos en pedigrí izquierdista y dispuesto a retomar el tono anticlerical de la etapa más ideológica de Rodríguez Zapatero. Pedro Sánchez propone derogar los Acuerdos con la Santa Sede. El pretexto es que la protección de la libertad religiosa de los católicos es mayor que la de las minorías religiosas. Es verdad que personas de otras confesiones tienen incomprensibles problemas a veces para enterrar a sus seres queridos conforme a sus rituales o para matricular a sus hijos en religión. Pero en lugar de igualar hacia arriba, el PSOE opta por recortar derechos fundamentales de la mayoría católica, lo que sugiere que realmente le mueven viejos prejuicios antirreligiosos. Hay toda una agenda de gran carga ideológica en el programa de Pedro Sánchez, que incluye la legalización de la eutanasia o la sustitución de la asignatura de Religión por Educación para la Ciudadanía. El problema es que esto ya no es separación Iglesia-Estado, sino más bien un proyecto de ingeniería social. Por eso es tan preocupante que las izquierdas vuelvan a hacer del laicismo un punto de encuentro. El Estado, naturalmente, debe ser laico, pero la sociedad no tiene por qué serlo. Cuando el poder político no respeta este principio básico, la democracia no funciona.