Un "accidente" bajo sospecha

Confirmada oficialmente la muerte de Yevgueni Prigozhin, el fundador y líder el Grupo paramilitar ruso Wagner, sigue abierta la pregunta de cómo se pudo estrellar el avión particular en el que viajaba a Moscú.

Hace tan solo dos días que Prigozhin apareció fotografiado con uniforme militar y un fusil de asalto en sus brazos, en medio de un paisaje desértico en algún lugar del Sahel, donde el grupo de mercenarios se ha instalado desde hace más de un año. Lo llamativo es que Prigozhin podía ir y venir a Moscú libremente después de su rocambolesco y fallido intento de golpe de Estado. Pero no faltan voces procedentes de medios cercanos al Wagner, que acusan abiertamente al ejército ruso, y por tanto a Putin, de haber derribado al avión con un misil antiaéreo.

El caso es que el Grupo Wagner ha quedado ahora descabezado sin que todavía se sepa si finalmente se había integrado en el ejército ruso como se había anunciado tras el fracaso de la intentona contra Putin. Wagner, se recuerda, fue fundado por Prigozhin después de enriquecerse con una cadena de restaurantes que aprovisionaba al Kremlin y ser conocido como el "cocinero de Putin".

Cuando formó su milicia paramilitar, la presentó como un brazo armado para defender la grandeza de Rusia fuera de sus fronteras. Como de hecho así ha actuado en Mali y otros países africanos. Donde Rusia ha desplegado una extensa red de influencias militares y comerciales, refrendada semanas atrás en una cumbre rusoafricana en San Petersburgo.

Cabe preguntarse que pasará ahora con esa milicia acusada de crímenes contra la humanidad, tanto en Ucrania como en la propia África donde ha conseguido desalojar a las fuerzas francesas que luchaba contra el terrorismo islamista.