Madrid - Publicado el - Actualizado
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Aunque no conocemos todavía todos los detalles de lo sucedido la semana pasada en Venezuela, sí conocemos las líneas generales de lo ocurrido. La administración estadounidense e importantes líderes chavistas habían pactado una salida de Mauro y el inicio de un proceso de transición. Fuentes eclesiales han confirmado que altos cargos del régimen venezolano habían consultado a las autoridades de la Iglesia sobre una posible protección en el caso de que todo se derrumbara.
Al final, quizás por el doble juego de algunos personajes cercanos a Maduro, quizás por la precipitación, el plan se frustró. Pero el camino ha quedado marcado para evitar que la dictadura se fosilice y para evitar un derramamiento de sangre mayor que el que ya ha provocado la represión. Las fórmulas pueden ser múltiples pero todas pasan por la salida de Maduro del poder y la celebración de elecciones libres.
A pesar de la represión, es necesario que el movimiento del presidente encargado, Juan Guaidó, siga en las calles. Y es necesario que la comunidad internacional siga trabajando en una transición. Es decisivo, sobre todo, empujar a Rusia para que no siga dando su apoyo al presidente venezolano. Y es aquí donde se echa en falta un mayor protagonismo del Gobierno de Sánchez. Es llamativo que la administración de Estados Unidos no haya mantenido un contacto relevante con nuestro Gobierno sobre la ejecución de sus planes.