Línea Editorial

El caso de la Jueza de Podemos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El caso de la juez de Podemos, Victoria Rosell, representa la doble vara medir con la que se afrontan algunos casos de la política española. Si bien es cierto que la juez Rosell ha presentado su renuncia en la Comisión Permanente del Congreso de los Diputados, y dejará de ser aforada ante el Tribunal Supremo una vez que se disuelvan las Cortes, la causa abierta para investigarla por prevaricación, cohecho y retardo seguiría adelante en el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.El aval que le ha dado su líder, Pablo Iglesias, y el anuncio de que irá de nuevo en las listas para las próximas elecciones, supone una muestra más de que el eslogan de “nueva política” está vacío. No olvidemos que además esta magistrada es la permanente candidata de Podemos a ocupar el cargo de ministro de Justicia en un hipotético “gobierno de cambio y progreso”.La imagen de Podemos fuerza regeneradora de la democracia y de la nueva forma de hacer política en España pierde sentido cuando aparecen casos como el de la jueza Rosell. Si ésta hubiera vulnerado el principio de imparcialidad, estaríamos ante una evidencia de ausencia de rigor profesional y de mezcla de la política con la justicia. Un cóctel que trae siempre nefastas consecuencias. La investigación de las actuaciones de esta magistrada debería ser argumento suficiente para que dimitiera de sus cargos públicos, a la espera de que se sustancie el proceso. Es lo que Podemos hubiese reclamado a voces, en cualquier otro caso.

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