Copago farmacéutico

La polémica suscitada por las declaraciones de la ministra de Sanidad, Dolors Monserrat, sobre la posibilidad de que los pensionistas con mayor renta puedan realizar una mayor aportación a la hora de pagar sus medicinas, ha servido para iniciar una ceremonia de la confusión que convendría no durara mucho tiempo. Al margen de la inoportunidad de determinadas declaraciones, la cuestión del copago farmacéutico y sanitario sigue siendo en España un tema tabú y por esta razón hay que abordarlo desde el rigor y la pedagogía social. Lanzar globos sonda de esta naturaleza sin decisiones técnicas precisas y sin explicaciones claras, es un ejercicio que el gobierno no se debe permitir.En realidad la finalidad del copago no es solo la de generar mayores ingresos para el sistema sino regular una demanda abusiva de medicamentos. Quienes están a favor del copago, tanto sanitario como farmacéutico, hablan de la reducción de costes por el menor uso de servicios y la reducción de listas de espera y mejoramiento del servicio. Quienes se oponen, lo hacen con el argumento de que penaliza a las familias con rentas más bajas, es un impuesto añadido a las personas enfermas y supone un coste a largo plazo para el sistema.En todo caso, la viabilidad de nuestro sistema sanitario en una sociedad crecientemente envejecida, merece un planteamiento riguroso y audaz, así como un gran consenso político en favor del futuro de todos.