Madrid - Publicado el - Actualizado
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Nueva crisis en Europa, esta vez con epicentro en la frontera entre Austria e Italia. El Parlamento austríaco aprobaba esta semana una ley que cercena el derecho de asilo, mientras acaba de construirse una gran valla para frenar la entrada de refugiados e inmigrantes procedentes de Libia, vía Italia. El Gobierno de Mateo Renzi ha protestado por la decisión. Los controles fronterizos que quiere introducir Austria supondrían un fuerte varapalo a las exportaciones italianas a Europa. Con todo, la consecuencia más grave sería la práctica defunción del Tratado de Schengen, que reconoce la libre circulación de personas.Alarmada por el espectacular ascenso del nacionalismo, que aspira a hacerse el 22 de mayo con la presidencia de la República, Viena ha revertido su política de puertas abiertas a los prófugos de la guerra en Siria. A primeros de año organizó la cumbre en la que se cerró la ruta de los Balcanes, dejando fuera a Alemania y a Grecia, para después anunciar un cupo anual máximo de 37.500 concesiones de asilo. Conviene, sin embargo, repartir con justicia las críticas. Si bien es cierto que Austria ha exhibido un comportamiento desleal hacia el resto de la UE, antes de este giro fue uno de los países más generosos. La incapacidad de los 27 de acordar una política de asilo común para repartir solidariamente las cargas está en la raíz de esta nueva crisis.