Cuidar la vida, sembrar esperanza

Cuidar la vida y sembrar esperanza es una tarea, y por tanto, una responsabilidad. Celebramos hoy en la Iglesia la Jornada por la Vida con el acento puesto en la creación, que proclama la bondad y el amor de Dios. Es una realidad esperanzadora el constatar cómo la conciencia ecológica va creciendo en nuestros días, y cómo son cada vez más los que se preocupan por cuidar el medioambiente y preservar la naturaleza. Se trata de nuestra casa y tenemos el deber de cuidarla, para nosotros y para las generaciones venideras. Ahora bien, este cuidado no puede ser parcial. Antes al contrario, tenemos que poner el énfasis en una ecología integral, profundamente humana. Y en el cuidado de la ecología humana se encuentra como elemento primordial el cuidado de todas las personas, desde el inicio de su existencia hasta su muerte natural.Por desgracia, nuestra sociedad rema en muchas ocasiones en sentido contrario. No siempre se entiende al ser humano como un fin en sí mismo y se le utiliza como un medio a conveniencia de diversos intereses. Por eso hay que seguir celebrando la vida, haciendo visible su belleza con jornadas como ésta, para que no nos acostumbremos ni aceptemos socialmente como bueno o indiferente lo que es malo. Defendamos la naturaleza, y en ella, defendamos la vida humana en todas sus fases, vicisitudes y condicionantes. Hagámoslo también contracorriente en la esfera pública. Nunca mejor dicho: nos va la vida en ello.